Alcides Bourdin, Presidente de Petropack SA
Petropack es una fábrica de envases flexibles para la industria de la alimentación y el mercado de mascotas, entre otros.
No nos fue mal. Incluso aumentamos un 15% la producción respecto al año pasado y un 20% el personal… no sé a qué se debe, pero llegamos a un punto entre agosto y octubre donde se comenzó a ralentizar y en diciembre ya volvimos a los niveles del año pasado.
La otra parte es la más triste que es cómo se consiguieron los insumos y materias primas para poder producir. No para de complejizarse el tema y hoy estamos trayendo materiales con créditos de bancos de afuera porque nadie te quiere vender a 180 días en el exterior. Con ese crédito en el exterior le pago a un proveedor y, después de los 6 meses con los dólares que me da el BCRA, pago el crédito. Con Dow estamos trabajando bien, pero Braskem, la otra petroquímica de Brasil, solo está trayendo un 20% de lo que traía a principios de año. Nosotros comprábamos la mitad a cada uno y hoy hemos tenido que volcar casi el 80% a Dow. Otro ejemplo es con el polipropileno: solo conseguimos el 40% en el mercado local. El otro 60% lo tenemos que traer de Perú o Brasil. Ahora, como veníamos importando de Brasil y las últimas operaciones las hicimos con las SIMI A, el BCRA al vencimiento de esas SIMI no nos dio los dólares y quedamos debiéndoles, por lo que no nos quieren vender más. La solución fue tomar el crédito afuera y así pagarles en efectivo al proveedor.
Eso ha hecho que todo lo que se termina consiguiendo en Argentina está mucho más caro y la calidad no es la misma. El problema de calidad se traslada al reemplazo de tintas, adhesivos… o una cinta doble faz, que sirve para pegar los clisé y la camisa de la impresora. Esa cinta importada no tiene fabricación nacional y no la puede traer ni 3M. La impresión requiere esa cinta particular. Si usamos otra cosa, tenemos el 70% de posibilidades que el trabajo salga mal y el cliente devuelva toda la partida. Todos estos “cuentitos” atrasan la producción, suben costos, caen calidades, más reprocesos, se pierde eficiencia…
Supuestamente las inversiones grandes están frenadas. Las máquinas que importamos antes de junio de 2020, hoy no nos dan los dólares para pagar las cuotas. Ahí ya estamos debiendo 1,3 millones de dólares atrasados y este año tenemos cuotas por unos 700.000 dólares más que no sé si el BCRA nos va a dejar pagar. Todos los créditos del exterior ya los perdimos, además de nuestra reputación y la confianza con los proveedores, y quedamos en una especie de “Veraz” internacional.
Andamos todo el día con mal humor, cansados y esta coyuntura quita las ganas de todos. Pero la situación de malestar ya se nota en la planta de producción también. A la gente tampoco le alcanza, trabaja con desgano, de atención, que se termina reflejando en cualquier indicador de eficiencia. Y es todo fruto de lo mismo.
Hoy ya somos 580 personas sin contar los tercerizados de servicios, que pueden sumar otros 100 más. El crecimiento de este año fue del 20% en personal. La rotación está creciendo, principalmente con los nuevos trabajadores más jóvenes que les cuesta asumir un compromiso. Sucede lo mismo con mandos medios profesionales. En nuestra industria necesitamos profesiones específicas como impresores o extrusores que lleva 2 años formarlos. En la Fundación lo hacemos, pero cada vez se baja más la vara para que sigan llegando. Falta compromiso, cumplimiento, dedicación, atención y ganas de aprender. Y es en todos los niveles. Hay que revisar desde la escuela primaria lo que estamos formando. Antes sacabas un aviso clasificado y venían 300 personas. Hoy son muy pocos. Estamos pensando en quitar el requisito de “secundario completo”.
Estamos a punto de poner en marcha una nueva planta de producción y terminamos dos naves nuevas para depósito. Por eso, las inversiones más importantes se pararon, pero entre las cosas que vamos necesitando, máquinas e infraestructura llevamos invertido unos 10 millones de dólares este año, casi todo de contado y sin financiación.
La principal preocupación es tener los dólares para poder pagar la materia prima e insumos en el exterior. Vemos muy difícil que un país con un 45% de pobreza estructural, la deuda y la inflación podamos salir bien. El problema del argentino es que quiere vivir fácil. Tener cuatro aires acondicionados funcionando y no pagar la energía.
Nuestra empresa es una necesidad para todo el mercado. Todos usan envases. ¿Qué pasará el año que viene? No sabemos. La torta es siempre la misma. La imposibilidad de traer tecnología nos va quitando competitividad en los mercados. Quieras o no, los competidores externos de países vecinos se siguen tecnificando y usando insumos de primera calidad y nosotros no. Exportar en forma directa o indirecta (nuestro envase en el producto de nuestros clientes), va a ser cada vez más difícil. Entonces, si en 2023 no tenemos dólares para importar, si el Gobierno seguirá emitiendo, si se seguirán cobrando los impuestos anticipados con una inflación entre el 90 y el 100% y, sumado a todo eso, es un año electoral…, es muy poco lo que indica que el año próximo vaya a ser mejor. Y seguimos bajando las expectativas.