“La Tolerancia es un crimen cuando lo que se tolera es la maldad” Thomas Mann (1875 – 1955)
Por Roberto Trevesse
La Argentina -Entre Ríos no está exento- vive en la banalización permanente, en la endeblez como provincia y de la dependencia del gobierno nacional de turno. Hace décadas no era así ¿De cuándo les estoy hablando? Me atrevo a decirles que, desde antes de la inauguración del Túnel Subfluvial, cuando estábamos aislados del puerto de Buenos Aires.
Hoy ¿dónde estamos? ¿por qué fuimos retrocediendo? Sin contar la ciudad autónoma de Buenos Aires, entre las 23 provincias, Entre Ríos le disputaba el cuarto lugar a Tucumán, detrás de Córdoba, Santa Fe y Mendoza. Ese lugar quedó en el pasado, estamos muy atrás, pero parece que no nos damos cuenta, o en todo caso, es beneficioso para unos pocos.
Es verdad que llevamos 20 años consecutivos de peronismo, pero la culpa también es del radicalismo, de la pasividad de los empresarios, de los dirigentes gremiales o de los partidos políticos minoritarios. O sea que en parte es compartida. Lo cierto es que de los 40 años de democracia renga que supimos conseguir –todo un récord histórico- la pobreza está a la vista de los argentinos como nunca habíamos visto antes, los entrerrianos de pura cepa. De estos 40 años, 32 gobernó el peronismo. ¿Cómo puede ser que se le eche la culpa al otro?
Nacimos en la tierra de Urquiza y Ramírez, pero no hacemos honor a la valentía de nuestros destacados caudillos. Parece que tenemos una debilidad nunca vista, en nuestra orgullosa entrerrianía. Se nos ocurre más cómodo depender del gobierno nacional que tomar nuestras propias decisiones en beneficio de nosotros mismos.
Alguna vez escuchó o leyó sobre la entrerrianía. Es un sentimiento mucho más profundo que ser entrerriano. Por eso le pregunto ¿leyó alguna vez a Leguizamón?, quien mejor describe y explica este concepto de quienes somos como tales.
Por eso me cuestiono ¿Dónde quedaron las ideas y la prédica de Martiniano Leguizamón?, entrerriano de Rosario del Tala (1858-1935), quien estudió en un ambiente de expansión universitaria y de transformación de las ideas. La clase política, empresaria y gremial debería leerlo a este abogado, escritor y miembro de la Academia Nacional de la Historia.
Nos falta construir lo que ya hace años debería estar hecho: autopistas y/o autovías de costa a costa, refundar nuestro ferrocarril con trenes de alta velocidad, completar la obra inconclusa de la represa hidroeléctrica de Salto Grande que nos permita tener energía propia, sin depender de nadie y a un menor costo de lo que pagamos. Qué incluya, además, la construcción de las esclusas para que puedan acceder en ambos sentidos del rio Uruguay, barcos de gran calado.
Vale señalar que las esclusas conforman un recinto con compuertas que se construye en un canal de navegación para que los barcos puedan pasar de un tramo a otro de distinto nivel mediante el llenado y vaciado del espacio comprendido entre dichas compuertas.
De solo pensar que la obra de Salto Grande, se inició en 1974 y en 1979 comenzó a generar electricidad. Las catorce unidades hidrogeneradoras se terminaron de instalar el 27 de mayo de 1983. Las esclusas –su construcción- 40 años después, bien gracias, no tenemos noticias.
Hay que hacer un giro copernicano, basta de tirar la pelota para adelante,
basta de postergar las obras que Entre Ríos necesita y se merece por su historia.
También necesitamos utilizar la Hidrovía sobre el río Paraná para beneficio de los entrerrianos; promover y ampliar en forma estratégica la radicación de nuevas empresas en nuestros parques industriales; construir hoy sin más dilaciones, el puente que una Entre Ríos con Santa Fe para aliviar nuestro túnel subfluvial, hacer un plan de 20.000 viviendas de interés social por año; además de gas natural y energía en todas sus variantes y para todos los entrerrianos. Hay que hacer un giro copernicano, basta de tirar la pelota para adelante, basta de postergar las obras que Entre Ríos necesita y se merece por su historia.
Lo expresado en el párrafo anterior sería parte de un plan de desarrollo provincial que se deberá cumplir a pie juntillas, dejar de mirar al de la vereda de enfrente y hacer lo que tenemos que hacer para lograr una Entre Ríos pujante y mucho menos dependiente del poder central.
En los bares, en las confiterías y en los clubes de lo único que se habla hoy es de fútbol, de chismes y de las elecciones, si habrá doble vuelta o no; de quien queda tercero y quien primero entre Milei, Massa y Bullrich. Nos fuimos transformando en ser demasiado playitos. Mientras tanto los argentinos tenemos una inflación anual fuera de control. Queda a la vista que el desastre económico es parte indivisible de nuestra frustración.
No voy a negar que estuve leyendo las listas que competirán en Entre Ríos el 22 de octubre venidero y queda claro, cuanta gente hay sin experiencia que busca un cargo electivo; cuanta gente hay que se presenta por otros cuatro años para un cargo electivo en el que está actualmente o similar; algunos van en búsqueda de su segundo período y otros buscan hasta un tercer mandato. Están también los que son familiares, aspecto grave que no se ha podido erradicar en esta Provincia porque los dos principales agrupamientos están de acuerdo. El nepotismo se volvió en esta provincia moneda corriente.
En la Argentina por maniobras fraudulentas se pierde una recaudación por año
de 20.000 millones de dólares. Se trata de un 4,4% del PBI.
En la Argentina por maniobras fraudulentas se pierde una recaudación por año de 20.000 millones de dólares. Se trata de un 4,4% del PBI. De esa cifra cuanto le correspondería a Entre Ríos. ¿Lo sabemos? ¿Nos ocupamos del tema?
¿Le puedo exigir a Entre Ríos que tenga propuestas para llevar a cabo en el país, cuando, ni siquiera tiene para sí mismo?
¿Cómo hacemos para sostener las bases de una democracia pluralista, cuando ya existe no solo en la Argentina, un porcentaje importante de entrevistados que prefieren ser gobernados por un líder que prescinda de las elecciones y el parlamento?
En el título de esta nota, utilizamos la palabra “Quedantista” porque de alguna manera nos define críticamente a miles de entrerrianos y argentinos en general. Es quien intenta congelar la mente de las personas, inmovilizarlas.
En realidad, es un grupo de personas que bregan por la no renovación y la no alternancia de las cúpulas políticas que quieren conservar.
Es más, para ellos, el Estado es un botín de guerra de la lucha política y la sobrevaluación cambiaria, lo que nos ha llevado en los últimos sesenta años a la decadencia argentina.
Para colmo, mientras escribo este artículo 39 días antes de las elecciones, al caer la tarde los grandes medios nacionales dieron a conocer una suba de precios sin control. En realidad, es una cifra dramática ya que, por el impacto de la devaluación, la inflación de agosto pasado fue del 12,4%, la más alta desde 1991 o sea 34 años después.
¿Hasta cuándo vamos a retroceder? ¿A qué nivel de pobreza nos quieren llevar?
Debo señalar que nuestra sociedad está enferma, pero no nuestros pobres que están al borde de nuestra indignidad, sino quienes nos gobiernan y quienes se enriquecieron a costa de los que menos tienen y que hoy ni siquiera les alcanza para subsistir con cierto grado de dignidad.
Tras la inflación récord, casi al mismo tiempo, anunciaron que devolverán el 21% del IVA a los jubilados, autónomos y monotributistas empleados que no paguen ganancias. ¿Es una solución? No, claro que no, pero no saben qué hacer y la oposición tampoco. ¡Ojalá me equivoque!
(*) Quedantista es una sociedad congelada. Deberíamos ser lo contrario: un país en serio, con ímpetu, con epopeyas, venturoso…