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Adrian Valin - Red Rural

“Necesitamos que la promesa de eliminación de retenciones se convierta en realidad” 

Red Rural, Strobel – Grupo con actividades centradas en el sector agrícola, con siembra, acopio, logística y corretaje de cereales. Se diversifican con fábrica de alimentos balanceados para mascotas y muebles.

BALANCE 2024

PERSPECTIVAS 2025

El 2024 fue un año sumamente difícil. Aunque esperábamos una recuperación moderada tras las sequías anteriores, los resultados estuvieron lejos de lo proyectado. Los rindes no fueron los esperados, incluso con la influencia del fenómeno de El Niño. El trigo y la soja apenas alcanzaron la mitad de la productividad que se había estimado, y los precios internacionales no acompañaron. Estamos lidiando con precios históricamente bajos, similares a los de la década del 90, pero ajustados por inflación. En estas condiciones, cubrir costos es una tarea monumental y cualquier imprevisto puede ser devastador para la operación.

Este año, la facturación en insumos y acopios cayó significativamente, alcanzando reducciones de hasta un 50% respecto a años anteriores. En muchos casos, tuvimos que reducir las compras de maquinaria y productos clave a un rango de entre el 60% y el 80% de lo habitual. Además, los costos de energía y logística continuaron creciendo, complicando aún más nuestra capacidad de maniobra. Por ejemplo, la electricidad que utilizamos para manejar las plantas se ha triplicado en costo comparado con los años 90, algo simplemente insostenible bajo el contexto actual.

Nadie discute que era necesario atacar el déficit fiscal. El tema es que las respuestas van apareciendo en la medida de las posibilidades. Lo que sigue es cumplir la reducción de impuestos. Si en la primera mitad del año próximo no se genera esto, pero no solo en lo nacional, sino con un pacto fiscal con ingresos brutos bajando. Hoy, IIBB es el impuesto más retrógrado que existe, con alícuotas que van desde el 2 al 11% sobre las ganancias. Si no viene la competitividad por este lado, las empresas comenzarán a caer.

A pesar de esto, intentamos adaptarnos. Este año, comenzamos a implementar tecnología para automatizar procesos administrativos, lo que nos ayudó a reducir algunos costos operativos. Un proceso que antes requería horas de trabajo humano ahora puede resolverse en minutos con un sistema automatizado. Esto es solo el inicio de un camino hacia una operación más eficiente, aunque todavía queda mucho por hacer. También estamos diversificando nuestras fuentes de ingresos, apostando por los alimentos balanceados y otras líneas que, aunque no representan la mayoría de nuestra facturación, ofrecen cierto alivio frente a las caídas en el sector agrícola.

El 2025 no se presenta más fácil. Si los precios internacionales no mejoran y no se ajusta la carga impositiva, enfrentaremos una caída aún más pronunciada en la rentabilidad. Actualmente, el impuesto a los ingresos brutos nos afecta de manera muy negativa; estamos pagando entre un 2% y un 5% sobre el bruto, algo que erosiona gravemente cualquier margen de ganancia. Este panorama, combinado con la falta de infraestructura adecuada en caminos rurales y los crecientes costos de transporte, limita nuestra capacidad de operar eficientemente y de competir en mercados más amplios.

No puedo dejar de mencionar la importancia de un cambio estructural en las políticas nacionales y provinciales. Necesitamos que las promesas de reducción de retenciones se conviertan en realidad. Es imperativo simplificar el sistema impositivo, tanto a nivel nacional como provincial, para aliviar la presión sobre quienes estamos en el sector productivo. Además, la provincia de Entre Ríos necesita abordar problemas históricos como el costo elevado de la energía y la falta de infraestructura vial. Sin estas mejoras, seguimos compitiendo en desventaja respecto a otras provincias como Santa Fe, donde las condiciones son mucho más favorables.

El fin de la inflación como herramienta encubierta para cubrir ineficiencias va a redefinir el panorama. Muchas empresas y administraciones, incluidas las del sector público, se enfrentarán a un nivel de competencia feroz que no se veía desde hace décadas. Esto pondrá a prueba no solo nuestra capacidad para adaptarnos, sino también la de aquellos que lideran las políticas públicas.

Mi esperanza es que, aunque el 2025 será difícil, logremos sentar las bases para una mejora sostenida en los años siguientes. Sin embargo, no puedo negar que este es un camino incierto y lleno de desafíos que requerirá de ajustes profundos y decisiones estratégicas para sobrevivir.

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