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MUNDO

Trump: ¿Y ahora qué?

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La llegada de Donald Trump a su segunda presidencia marca un antes y un después en la economía global. Su estilo disruptivo, las medidas de corte proteccionista y su postura de “América First” han puesto en jaque las estructuras económicas vigentes desde la posguerra.  Pero, ¿qué escenario recibe Trump y cuáles son los desafíos que enfrenta?

Trump impacta tanto por lo que ha hecho como por lo que ha dicho. Preside el país que hoy tiene los mayores problemas estructurales en su economía, la mayor potencia militar global, y es manejado por una persona completamente impredecible que, en su visión, privilegia el corto plazo sobre una mirada de largo plazo.

Antes de la asunción de Trump, la economía mundial ya transitaba una etapa de fuertes presiones inflacionarias. Entre los factores principales se encontraban: déficits fiscales crónicos en las principales economías del mundo; en otras palabras, la expansión monetaria sin precedentes derivada de la pandemia y crisis anteriores; en tercer lugar, la transición energética de no renovables a renovables, que implicó fuertes inversiones en infraestructura, y, ligado a esto, el desarrollo y la implementación de Inteligencia Artificial, que demanda capital y energía; y, por último, un proceso de desglobalización que encareció las cadenas de suministro al priorizar la seguridad geopolítica sobre la eficiencia económica

A nivel global, el epicentro del problema está en Estados Unidos. Si bien el país mostraba crecimiento y una aparente baja en la inflación en 2024, en el fondo se encuentra al borde de una crisis de deuda sin precedentes. La deuda pública estadounidense asciende al 130% del PBI y el déficit fiscal estadounidense representa el 7% del PBI. La sociedad estadounidense, muy consumidora, presenta además en sus sectores bajos y medios un alto nivel de endeudamiento, y en sectores altos un nivel de consumo que se basa en los buenos resultados de activos financieros, la riqueza que tienen, principalmente acciones agrupadas en índices como el S&P 500, muy poco diversificadas. Esto es un panorama que resultará insostenible si la economía entrase en recesión.

Otro problema estructural es el modelo de financiamiento internacional que ha predominado en las últimas décadas. Asia, China y Japón, ahorraron en los últimos años y financiaron el crecimiento de Estados Unidos comprando bonos del Tesoro, mientras que los consumidores estadounidenses se endeudaron para adquirir bienes producidos en Asia. Hoy, el mundo asiático está desinvirtiendo en Estados Unidos, lo que presiona al alza las tasas de interés y complica la refinanciación de la deuda. Una bomba a punto de estallar.

China, el otro gran polo de poder, atraviesa un proceso inverso al de Estados Unidos. Su crecimiento del 5% es considerado una “recesión a la china”, ya que está impulsado principalmente por las exportaciones y no por el consumo interno. El gobierno de Xi Jinping ha empezado a incentivar el consumo local para reducir su dependencia de las ventas externas.

India, por su parte, es la economía con mayores perspectivas de crecimiento. Su población joven, una buena pirámide demográfica, contrasta con el envejecimiento poblacional de China y Japón. Sin embargo, su infraestructura aún requiere fuertes inversiones pero que están encaminadas.

Japón representa uno de los puntos más críticos. Su deuda asciende al 250% del PBI y su población envejecida genera una relación de activos y jubilados insostenible. Históricamente, sus tasas de interés bajas favorecieron el carry trade, donde inversores tomaban créditos baratos en Yenes y los invertían en activos estadounidenses en dólares. Pero ahora, la inflación en Japón está forzando un aumento de tasas, lo que podría desencadenar un efecto inverso: una retirada masiva de capital de Estados Unidos, generando un colapso financiero global.

President Donald Trump signs Executive Orders, Monday, February 10, 2025, in the Oval Office. (Official White House photo by Abe McNatt)

En ese contexto, con un panorama explosivo, Trump regresa a la presidencia. Para analizar, es importante separar lo que es ruido de lo que es señal; esto es clave para entender sus decisiones.

Ray Dalio, fundador de una de las mayores empresas de gestión de inversiones del mundo, sostiene que se puede hablar de que se está al final de lo que algunos denominan un ciclo largo de deuda. Es decir, que de cada ciclo corto de expansión o recesión, los países terminan saliendo aún más endeudados y con menos efectos de las políticas monetarias y fiscales. Al final del camino, un país extremadamente endeudado termina en un conflicto entre acreedores y deudores, y la sociedad se polariza con populismos de izquierda y derecha.

En ese esquema se sitúa Estados Unidos, deuda y déficit insostenible, una salida puede ser por una salida conflictiva o por medio de una combinación de austeridad, reestructuración y licuación. Estas son las acciones en esa línea que se pueden encontrar en la política de Trump.

Por un lado, austeridad, despidos y reducción de programas, bajada del costo de energía, vuelta a los combustibles fósiles y la desregulación que se traducen en deflación y recesión y, por otro lado, las políticas de expulsar inmigrantes y poner aranceles, que se traducen en inflación. Y la gran incógnita es que se va a hacer desde la Reserva Federal, porque la generación de inflación es en pos de licuar deuda, pero necesariamente precisa de tasas reales negativas.

El mundo que enfrenta Trump es más inestable que nunca. Su visión, quizás sesgada por su edad, es de corto plazo, lo que quizás permitirá solucionar cosas a corto plazo, pero afectará al liderazgo global del país a largo plazo. A nivel interno, sus medidas podrían llevar a una recesión en el corto plazo debido a la reducción del gasto público y la incertidumbre que generan sus decisiones erráticas.

En un escenario donde los activos estadounidenses están sobrevaluados y el dólar podría perder su estatus como moneda de reserva global, la gran pregunta es: ¿qué alternativa existe?

Del otro lado del Atlántico aparece Europa, que se verá obligada en este contexto a una intensificación de inversiones, su re militarización, por presiones de Trump a la OTAN y el abandono del rol paternalista del país del norte, que traerá aumento del déficit fiscal y revitalización de la economía.

Se puede decir que es el fin del ciclo post Segunda Guerra Mundial y Plan Marshall. Las reglas que rigieron al mundo en los últimos 70 años fueron borradas en pocas semanas. La incertidumbre es la única certeza del mundo actual. La combinación de crisis de deuda, tensiones geopolíticas y cambios estructurales en la economía mundial podría derivar en un nuevo orden financiero global. La gran pregunta es cuándo y cómo ocurrirá el cambio. Mientras tanto, el corto plazo está marcado por la volatilidad y la necesidad de estrategias de inversión flexibles para afrontar lo impredecible.

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