El Bienestar animal es una solución integral a las demandas productivas, éticas y sociales, y por esa razón, debe ser parte imprescindible en los planteos productivos.
Por
Valentina Miller
Mejorando el bienestar animal maximizamos la performance y el resultado económico, reduciendo además el impacto ambiental gracias a una mayor eficiencia. Para lograr todo esto es necesario un vínculo más saludable y amigable con los animales.
Trabajar en el bienestar animal implica mejorar los caminos de acceso de los animales en nuestros sistemas productivos, implica ofrecer agua en calidad y cantidad, monitorear la condición corporal de los animales, establecer rutinas de trabajo que permitan garantizar que nuestro trabajo, bien hecho, es así todos los días del año. Ofrecer ambientes acordes a la vida animal, proveer sombra en verano para reducir el impacto del estrés térmico, en una zona geográfica donde las temperaturas promedio anuales oscilan los 17 grados. Utilizar collares inteligentes en vacas, que nos permitan monitorear el grado de actividad de los animales, y con ellos, anticiparnos a los posibles problemas sanitarios que puedan ocurrir en un rodeo lechero.
Pensar en bienestar animal es pensar en innovación, en tecnología, en educación y formación constante.
Cuando comenzamos a pensar en certificar Bienestar animal en un tambo (La Rosalía, el primer tambo de la Argentina en obtener una certificación de Bienestar animal), sabíamos que nosotros hacíamos bien las cosas y por esa razón considerábamos conveniente poder certificarlo, garantizarlo y obtener un aval de que así era. Un aval con validez internacional, porque además de ser el único tambo habilitado para exportar a la unión europea, queríamos también transformarnos en los primeros en garantizar el bienestar de nuestros animales. A medida que fuimos averiguando sobre el tema, encontramos un montón de obstáculos. Ser pioneros en certificar bienestar animal significo también ser pioneros en generar protocolos de trabajo de este tipo, significo averiguar y organizar reuniones con organismos estatales y privados, obteniendo en la mayoría de dichas reuniones, resultados poco satisfactorios.
Los organismos estatales no contaban con estándares de bienestar que pudiéramos utilizar como guía, ni altos ni medios ni bajos, no conseguíamos por donde comenzar ni de donde obtener protocolos que nos permitieran medir o monitorear el trabajo que hacíamos.
Luego de tantas averiguaciones, entendimos que el camino era capacitarnos y desarrollar nosotros nuestro propio protocolo de trabajo en materia de bienestar, que además de ser propio, contempla nuestro sistema de producción como ninguno, tiene en cuenta nuestras variables climáticas y geográficas, nuestra raza animal y nuestras características distintivas. El camino desconocido resulto en grandes beneficios productivos y económicos. Aprendimos a ordenarnos, los trabajadores aprendieron que el bienestar no solo resulta para los animales, sino para toda la comunidad de trabajo. Los animales realizan su trabajo sin inconvenientes, en el tambo las vacas entran a los bretes de ordeño sin ruidos, sin patadas, sin bosta ni orín, el ordeñe que habitualmente demoraba tres horas, se redujo a dos horas veinte minutos. Los beneficios son múltiples, son generalizados, son para el ambiente laboral, son para la sustentabilidad de los sistemas productivos, en definitiva, son beneficios éticos, productivos y económicos.
Un animal que es manejado respetando su bienestar, por ejemplo, mejorando el estado de los caminos por donde circulan, que no haya barro, ni piedras, ni agua, es un animal que por ejemplo produce un litro más de leche. Solamente mejorando una variable. Haciendo una cuenta sencilla: 1 litro más de leche en 600 animales, son 600 litros más por ordeñe, por dos ordeñes diarios, son 1200 litros más por día. A $105 por litro, son $126.000 pesos más por día. Sin considerar el resto de los beneficios mencionados anteriormente, que no fueron tenidos en cuenta en el análisis anterior.
El bienestar animal es aplicable a todas las especies productivas, podemos producir huevos libres de jaulas, podemos regular la faena de los animales con sacrificios humanitarios y acordes a lo que exigen los códigos sanitarios y éticos del mundo, podemos producir cerdos siendo los mejores en eficiencia y también los mejores en sanidad porque respetamos sus condiciones de bienestar y con ello reducimos la morbilidad y mortalidad dentro de las granjas. Debemos encontrar el equilibrio entre la productividad de los sistemas y el respeto por los animales. Ambos desafíos son compatibles. Aspiramos a que certificar, es que hacemos las cosas bien, que no sea por una exigencia, sino por una responsabilidad y convicción propia.
En definitiva, trabajar con bienestar en todas las especies animales es más y mejor producción.