Récord en la producción de granos
Tanto en televisión como en esta revista, año tras año venimos hablando de que ya importa más lo financiero que lo productivo en el agro. Entre Ríos acaba de finalizar la mejor campaña agrícola de su historia, pero los productores se están encontrando con que el resultado no se refleja de la misma manera en sus bolsillos.
Son tantos los factores que están incidiendo en los resultados y el margen económico final para los productores agrícolas, que atentan directamente contra aquellos que se siguen resistiendo a profesionalizar el manejo de los números de la empresa.
Productivamente, Entre Ríos cierra la campaña con la mayor producción de granos de su historia con 8.850.385 toneladas totales, y en la cual tiene por sobre los 2 millones de toneladas producidas a los tres cultivos más importantes de la región: trigo (récord histórico de 2.286.645 T), soja (2.564.70 T) y maíz (también récord histórico de 3.186.540 T). Cabe aclarar que tanto en soja como maíz los números son proyectados, ya que la demora que hubo este año no ha permitido tener los números exactos a esta fecha.
Económicamente, la fuerte baja en los precios internacionales reduce considerablemente los ingresos. El valor de la producción entrerriana (estimada siempre con el valor de pizarra de cada cultivo al final de su cosecha), arroja un resultado total de U$S1.889 millones, un monto que se ubica solo en un 55% superior al del año pasado, cuando la producción fue un 118% menor a la actual, pero con los precios internacionales en valores considerables. Donde se refleja perfectamente el impacto negativo de los precios internacionales es en el valor por tonelada de la producción agropecuaria entrerriana actual: tan solo U$S213,45 por tonelada, lo que significa casi un 30% menos que el año anterior (o sea, unos 87 dólares menos y 21 dólares menos que el promedio de los últimos 15 años que se ubica en los 234 dólares).
Financieramente es donde los números terminan de desmoronarse si el trabajo del productor no ha incorporado las herramientas que el mercado brinda, pero que todavía no se utilizan a gran escala. Entre la inflación en pesos y dólares, las retenciones, las tasas de interés de un año que ha sido terrible en Argentina, el costo cambiante y constante de insumos y servicios, más el impacto de la variabilidad de los precios internacionales en los diferentes momentos de la campaña, hacen un combo extremadamente difícil de acompañar para el productor si se ha seguido manejando sin profesionalización.
El resultado, una campaña extremadamente compleja, con resultados productivos interesantes (a pesar de la chicharra del maíz que fue el gran problema), pero con los bolsillos esperando el oxígeno que en la gran mayoría de los casos no va a llegar en la medida que se esperaba.
Con mucho más, se ganó muchísimo menos.
“Entre Ríos cierra la campaña con la mayor producción de granos de su historia
con 8.850.385 toneladas totales”.
Económicamente, la fuerte baja en los precios internacionales reduce considerablemente los ingresos. El valor de la producción entrerriana (estimada siempre con el valor de pizarra de cada cultivo al final de su cosecha), arroja un resultado total de U$S1.889 millones, un monto que se ubica solo en un 55% superior al del año pasado, cuando la producción fue un 118% menor a la actual, pero con los precios internacionales en valores considerables. Donde se refleja perfectamente el impacto negativo de los precios internacionales es en el valor por tonelada de la producción agropecuaria entrerriana actual: tan solo U$S213,45 por tonelada, lo que significa casi un 30% menos que el año anterior (o sea, unos 87 dólares menos y 21 dólares menos que el promedio de los últimos 15 años que se ubica en los 234 dólares).
Financieramente es donde los números terminan de desmoronarse si el trabajo del productor no ha incorporado las herramientas que el mercado brinda, pero que todavía no se utilizan a gran escala. Entre la inflación en pesos y dólares, las retenciones, las tasas de interés de un año que ha sido terrible en Argentina, el costo cambiante y constante de insumos y servicios, más el impacto de la variabilidad de los precios internacionales en los diferentes momentos de la campaña, hacen un combo extremadamente difícil de acompañar para el productor si se ha seguido manejando sin profesionalización.
El resultado, una campaña extremadamente compleja, con resultados productivos interesantes (a pesar de la chicharra del maíz que fue el gran problema), pero con los bolsillos esperando el oxígeno que en la gran mayoría de los casos no va a llegar en la medida que se esperaba.
Con mucho más, se ganó muchísimo menos.
“El valor de la producción entrerriana arroja un resultado total de U$S1.889 millones, un monto que se ubica solo en un 55% superior al del año pasado, cuando la producción fue un 118% menor a la actual”.
Financieramente es donde los números terminan de desmoronarse si el trabajo del productor no ha incorporado las herramientas que el mercado brinda, pero que todavía no se utilizan a gran escala. Entre la inflación en pesos y dólares, las retenciones, las tasas de interés de un año que ha sido terrible en Argentina, el costo cambiante y constante de insumos y servicios, más el impacto de la variabilidad de los precios internacionales en los diferentes momentos de la campaña, hacen un combo extremadamente difícil de acompañar para el productor si se ha seguido manejando sin profesionalización.
El resultado, una campaña extremadamente compleja, con resultados productivos interesantes (a pesar de la chicharra del maíz que fue el gran problema), pero con los bolsillos esperando el oxígeno que en la gran mayoría de los casos no va a llegar en la medida que se esperaba.
Con mucho más, se ganó muchísimo menos.
Trigo, récord por segundo año consecutivo
La superficie sembrada con trigo en el ciclo 2023/24 registró un aumento interanual del 11 %, de acuerdo a los datos del SIBER de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos, y fue la mayor de los últimos 25 años con 629.500 hectáreas.
Por tercer año consecutivo, el cereal logró generar elevados rendimientos (3.643 Kg por hectárea), a pesar de las escasas lluvias de agosto a octubre, pero sustentados por la buena recarga hídrica generada entre los meses de febrero a mayo. El rendimiento promedio provincial experimentó un leve incremento del 1 % con respecto al año pasado.
“La mayor cantidad de hectáreas y el leve aumento de la producción arrojaron un crecimiento interanual del 12 % y una producción total de 2.286.245 toneladas, quebrando el récord histórico del año pasado por segunda campaña consecutiva”
Los más bajos rendimientos corresponden al sector Oeste (departamentos Diamante, Paraná, Nogoyá y Victoria) con un promedio de 3.166 kg/ha, mientras que los valores más elevados se detectaron en el sector Sur (departamentos Gualeguay, Gualeguaychú, Tala y Uruguay) con un promedio de 4.081 kg/ha.
A nivel de lote, el rango de rendimientos abarcó desde sitios afectados por las heladas, con mayor déficit hídrico y menor calidad de suelo que presentaron mínimos cercanos a los 1.500 kg/ha y, por otra parte, hubo máximos de 6.000 kg/ha.
Lino, lejos de su historia en Entre Ríos
El lino fue un cultivo tradicional para nuestra provincia en el siglo pasado. Incluso se llegaron a sembrar 38.000 hectáreas en el año 2010, pero ha perdido el interés de los productores por varias razones. Esta campaña, el 50 % de la producción se concentró en los departamentos La Paz, Nogoyá, San Salvador y Villaguay.
El área destinada a la siembra de lino en el ciclo 2023/24 experimentó una caída interanual del 5 % (600 ha), ubicándose en las 11.600 hectáreas totales.
Las condiciones climáticas para el cultivo resultaron adversas en dos momentos claves: La primera de ellas se ubicó a partir del mes de septiembre a mediados de octubre y se caracterizó por precipitaciones por debajo de lo normal, momento en el cual la oleaginosa se encontraba en la etapa reproductiva de floración a inicios de llenado de granos. El segundo inconveniente se produjo en noviembre donde, por el contrario, las excesivas precipitaciones frenaron las labores de la cosecha, lo cual ocasiona mermas en el rendimiento y severos daños en la calidad comercial. La exposición de la semilla a las reiteradas lluvias, generó manchado de la semilla con la pérdida de valor comercial para la exportación con destino al consumo humano.
El rendimiento promedio provincial registró una disminución del 15 % en comparación con el ciclo anterior y se ubicó en los 1.031 kg/Ha. La producción total presentó una caída interanual del 18 %, totalizando 11.960 toneladas.
Otra vez se desplomó el girasol
Después de dos años donde la superficie con la oleaginosa creció en Entre Ríos, en la presente campaña volvió a experimentar una fuerte caída del 66% y solo se sembraron 5.500 hectáreas. La escasa humedad al momento de la siembra, precios poco atractivos y el anuncio de “El Niño” fueron las principales causas por las cuales disminuyó el área dedicada a la oleaginosa.
El rendimiento promedio provincial experimentó una caída con respecto al año pasado del 27 % y se ubicó en los 1.405 Kg/Ha, lo que derivó en una producción total de 7.725 toneladas de girasol (-78%).
Los departamentos Villaguay, La Paz y Feliciano abarcan el 67 % del área sembrada y el 60 % de la producción. A nivel de lote los rendimientos oscilaron entre 800 a 3.400 kg/ha, no obstante, la mayor parte de los lotes se ubicó dentro del rango de 1.200 a 1.800 kg/ha.
Dentro de los factores adversos en los rendimientos se destacan la despareja emergencia del cultivo debido al déficit hídrico al momento de la siembra; excesos hídricos en la floración; enfermedades fúngicas; daños por granizo en lotes puntuales del departamento Villaguay y los clásicos daños por palomas debido al retraso en la cosecha.
La regularidad del arroz
Los datos del SIBER de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos muestran que en el ciclo 2023/24 la superficie sembrada con este cultivo se ubicó en 58.600 hectáreas, lo que implica una expansión del 7% en relación al año anterior.
Es importante recordar que, a mediados del 2023, el precio internacional del arroz había experimentado un alza y en consecuencia se visualizaba un escenario positivo con una proyección de crecimiento mayor de la que finalmente se concretó.
Básicamente hubo dos factores que limitaron el incremento del cereal: insuficiente capacidad de agua almacenada en la zona de riego por represas y los excesos hídricos a partir de los últimos días de octubre e inicios de noviembre que frenaron las labores de siembra.
Esta anomalía del Pacífico Ecuatorial genera incrementos en la nubosidad y en las precipitaciones, junto con una reducción de la radiación solar, lo cual impacta negativamente en el arroz fundamentalmente en su periodo crítico.
No obstante, a partir de la segunda quincena de enero y durante la primera de febrero, donde gran parte del área cultivada se encontraba en el periodo crítico, hubo una ventana climática caracterizada por una adecuada radiación y temperaturas acordes que brindaron excelentes condiciones para el cereal.
El rendimiento promedio provincial se posicionó en 7.545 kg/ha, lo cual representó un aumento interanual del 2 %. Con este número, la producción del cereal presentó un aumento interanual del 13 % y totalizó 442.125 toneladas.
Del área total cultivada con arroz, el tipo comercial largo fino abarcó aproximadamente el 75%, presentó un rendimiento promedio de 7.900 kg/ha y una producción que representó el 79% (347.205 t). Por otra parte, el tipo comercial largo ancho abarcó el 16% (9.380 ha), el rendimiento promedio fue de 6.150 kg/ha y una producción equivalente al 13%. Finalmente, los tipos comerciales denominados especiales, significaron el 9 % (5.270 ha), un rendimiento promedio de 7.100 kg/ha y una producción que aportó el 9 % del total.
A pesar de la chicharrita, hay récord de maíz.
El área sembrada con maíz en la provincia de Entre Ríos en el ciclo 2023/24 se ubicó en 483.750 ha y representó un incremento interanual del 9%. Es importante mencionar que el actual ciclo es el segundo con mayor superficie destinada al cereal de los últimos 24 años, solamente superado por el ciclo 2021/22.
En relación a la fecha de siembra, el maíz de primera abarcó el 86 %, mientras que el 14 % restante corresponde al maíz tardío y de segunda.
Las menores precipitaciones sobre la costa del Paraná entre los meses de agosto y septiembre, perjudicó la normal siembra en este sector y obligó a realizar siembras entre fines de octubre a inicios de noviembre e incluso a incrementar el área del maíz tardío y de segunda.
Este hecho fue la causa de la mayor concentración de maíz de primera en el sector Sur (departamentos Gualeguay, Gualeguaychú, Uruguay y Tala), los cuales abarcaron el 46%; un incremento de la superficie del maíz tardío y de segunda en el sector Oeste (departamentos Paraná, Diamante, Nogoyá y Victoria) que representó el 48 % (32.000 ha). Y en relación al área total cultivada, solamente en el sector Oeste se evidenció una disminución del área con una caída interanual del 21%.
El rendimiento promedio provincial del maíz de primera se ubicó alrededor de 7.400 kg/ha, con una variación interanual positiva del 255%, lo que dejaría a la producción de maíz de primera en 3.086.540 toneladas.
El ciclo 2023/24 acumuló en el trimestre de noviembre a enero una precipitación de 560 mm, con incrementos en noviembre y diciembre y una merma en enero (a lo cual debemos agregar un pulso seco y de altas temperaturas durante la segunda quincena de enero y primera de febrero). Por otra parte, el pulso seco mencionado afectó las siembras realizadas a principios de noviembre, ya que la floración (periodo crítico) se posicionó en un escenario desfavorable. A lo cual, cabe agregar, el efecto de la chicharrita del maíz, cuyos inconvenientes comenzaron a visualizarse a partir de estas fechas de siembra.
Una de las razones del incremento de las poblaciones de chicharrita son los 3 años de “Niña” que sufrió la Argentina, con altas temperaturas y severas sequías. Esto llevó al abandono de muchos cultivos de maíz y facilitó el crecimiento de las poblaciones de chicharritas y el nacimiento de plantas guachas del cereal en otros cultivos. Los inviernos benignos y su adaptación a mayores temperaturas pueden haber favorecido la dispersión del insecto. Las plantas infectadas mostraron un severo enanismo por acortamiento de los entrenudos y macollamientos múltiples, flores masculinas estériles, múltiples espigas (hasta 5 por planta) y marlos rudimentarios. La presencia del patógeno en la planta afecta su fisiología, dificultando la llegada de los nutrientes fotosintetizados a las espigas y el consecuente llenado de los granos. Las pérdidas pueden ser totales cuando las plantas son infectadas tempranamente en su ciclo de crecimiento, situación que ha afectado particularmente a los maíces de siembra tardía.
En Entre Ríos el impacto ha sido muy fuerte en los maíces de segunda, que estarían arrojando rendimientos promedio de 2.900 kg/ha, lo que implica una pérdida económica para los productores ya que se ubica en unos 1.600 kg por debajo del costo de indiferencia. Los maíces tardíos solo aportarán unas 100.000 toneladas más al total provincial. Este valor lo posiciona como el más bajo registrado en los últimos diez años.
A pesar de eso, la producción de maíz de la presente campaña es la más grande de los últimos 25 años en Entre Ríos y totalizaría unas 3.186.540 toneladas.
Sorgo, dentro del promedio histórico
La superficie sembrada con sorgo experimentó una expansión interanual del 8 % y totalizó 105.500 hectáreas, con un rendimiento promedio estimado en los 3.810 kg/ha. La producción total del cereal sumó 348.610 toneladas.
Es interesante destacar que del área total cultivada, aproximadamente el 87% (91.500 ha) corresponde al sorgo granífero y el 13% (14.000 ha) restante al sorgo forrajero. Los departamentos Nogoyá, Paraná y Villaguay abarcan el 35% de la superficie sembrada.
La recuperación de la soja
Después del peor año de la oleaginosa en Entre Ríos (y el país), el ciclo 2023/24 tuvo una superficie sembrada con soja en la provincia que registró un crecimiento interanual del 12% y superó nuevamente el millón de hectáreas, llegando a 1.089.300. Gran parte de este crecimiento se debe a lotes que no pudieron sembrarse en el ciclo anterior debido a la sequía extrema en la época estival.
A nivel provincial, del área total cultivada, la soja de primera abarcó el 42 % y el 58 % restante correspondió a la soja de segunda. Cabe recordar que, a partir del ciclo 2022/23 la superficie de soja de segunda superó en participación a la soja de primera, esto se debe fundamentalmente al crecimiento detectado en los cultivos de trigo y maíz de primera.
Los departamentos con mayor proporción de soja de segunda fueron: Federal, Diamante y Paraná con un rango entre 73 al 74 %. Mientras que, los departamentos con menor participación fueron: Colón y Federación con un valor entre 44 al 46 %.
El rendimiento promedio estimado para la soja de primera es de 2.700 kg/ha, mientras que, para la soja de segunda, la estimación está en el orden de los 2.100 Kg/Ha. Con estos números, la oleaginosa tendría una producción total de 2.564.070 toneladas y aporta un volumen importante para la conformación del récord productivo total de granos en Entre Ríos.
El campo, motor entrerriano
En los próximos meses se comenzará a notar nuevamente por qué el campo entrerriano sigue siendo la base de la economía de Entre Ríos, después de un 2023 que sufrió una de las peores campañas agrícolas que haya existido, en este 2024 se notarán los 1.889 millones de dólares que aportará el sector a la economía.
Las 8.850.385 toneladas de granos producidos hubo que sembrarlas, cuidarlas y cosecharlas; necesitan transporte y acopio. Consumen combustible, alimentos y reparaciones. Demandan insumos, herramientas e implementos. Aportan la materia prima para las cadenas agroalimentarias y la industria. Generan más inversiones. En todos los sectores.
Independientemente del futuro de la economía argentina, Entre Ríos vuelve a tener mercaderías básicas que aportan al movimiento inicial y fundamental de una provincia que debe empezar a pensarse en serio. Planificarse y salir de un letargo de décadas que la han llevado a empobrecerse drásticamente.
La falta de infraestructura no se soluciona de un año a otro. Pero se debe iniciar en algún momento. La excusa de que “no hay plata”, no alcanza. Porque cuando “no hay plata” debe haber creatividad y multiplicarse el esfuerzo y el trabajo. Hasta ahora, eso no estaría sucediendo.
El sector privado hace su parte. El público, ¿cuándo hará la suya?
Para pensar un maíz sin chicharrita
Las prácticas más recomendables para prevenir los ataques de la chicharrita en la campaña de maíz 2024/25 serían las siguientes:
- Eliminación del maíz guacho en los rastrojos.
- No repetición del maíz en el mismo lote.
- Tratamiento de la semilla con insecticida, una práctica que eleva la probabilidad de un buen cultivo.
- Utilización de híbridos con tolerancia a los ataques.
- Concentración de las fechas de siembra. La reducción de la ventana para la implantación contribuye a reducir la población de chicharritas.
- Aplicación de insecticidas en plantas de hasta ocho hojas.