Patricia Popelka, presidenta de Elevadores Neumáticos SA
ENSA es una empresa dedicada al desarrollo y fabricación de ascensores neumáticos por vacío, tecnología que ha revolucionado el transporte vertical y basada en un principio de funcionamiento patentado por la firma.
El balance de la empresa tenemos que dividirlo en tres aspectos: el comercial, el productivo y el económico-financiero. Desde lo comercial nos fue muy bien, con excelentes resultados, de crecimiento en mercados internacionales donde destinamos el 90% de nuestras ventas. Esto genera obviamente un crecimiento en producción: volvimos a crecer para atender esa demanda.
Ahora, el resultado económico-financiero ha sido un desafío: nosotros vendemos todo a dólar oficial y el costo argentino ha tenido una suba marcada que se lleva toda la rentabilidad. Vendemos a un dólar regulado y la mayoría de los insumos nos suben en un 40 o 50% a ese dólar oficial. Hierro, aluminio, embalajes, cartón, son elementos que en muchos casos dependen de importaciones, también restringidas, lo que genera que el que logra importar sabe que tiene en sus manos un bien escaso, entonces sube el precio. Es la ley de la oferta y de la demanda con la que estoy absolutamente de acuerdo, pero trastocada por alguna manipulación inicial del Estado. Nosotros no podemos modificar el precio final del producto, porque en mercados internacionales está muy mal visto subir precios en dólares. Y perder estos mercados cuesta un esfuerzo enorme para recuperarlos luego. Hoy, estamos tapando agujeros.
Esta coyuntura nos impide crecer de manera ordenada porque no sabemos con qué nos vamos a encontrar en el corto plazo. Esta incertidumbre, de no saber si vas a poder cumplir con los pedidos, genera que se frenen inversiones en infraestructura, que tenemos planificadas, pero en este momento se encuentran en stand by.
La intervención sobre el dólar y las restricciones a las importaciones desvirtúan al sector productivo. Esto genera un escenario muy complicado para las inversiones. Contamos con un equipo de personas con un potencial impresionante, pero es un desafío muy grande pensar en invertir. Estamos planificando el año que viene con la hipótesis de que contaremos con los insumos necesarios, pero a la vez sabemos que ya hay empresas que no lo están consiguiendo. Esto demuele los proyectos de crecimiento.
Por otro lado, tenemos distribuidores que ya nos avisan que tienen un 20% de crecimiento en la colocación de productos, pero si nosotros le decimos que no podemos cumplirle con la producción y la entrega, ese intermediario sale a comprar un producto similar en otro lado, otro país. Son oportunidades perdidas, no sólo para nosotros, sino para la Argentina.
El 2022 crecimos en personal y estamos en un proceso de especialización de áreas. La suba de la producción nos obligó a tomar más gente y no tuvimos problemas con eso. Tratamos de tener en las mejores condiciones posibles a nuestra gente y eso se valora, inclusive se vienen de otras empresas y hemos dado con empleados que valoran el trabajo. Pero el bienestar de un país no se debe medir de manera aislada por el crecimiento de la tarea registrada, porque también hay otras cuestiones más difíciles de medir como es la pérdida de oportunidades para concretar negocios. Algo que ocurre mucho.
Argentina ha pasado por distintas crisis y situaciones conflictivas, pero nunca tuvimos tantos problemas para conseguir los insumos para producir como ahora. Si tengo que pensar como le fue a mi empresa, tengo que hacer un balance muy positivo, pero con una economía local que funciona mal y con dificultadas marcadas en los mercados internacionales, puntualmente en la logística.
Veo un escenario muy complicado para el 2023 con una intervención tan fuerte sobre el dólar, imposibilidades para importar y una inflación al 100% que genera suba de costos en procesos productivos que llevan diez meses entre compra de materiales y la venta del producto, es muy difícil en tener una mirada optimista sobre lo que viene.