En ventas por unidades tuvimos un año bueno, pero económicamente no lo fue por el retraso cambiario. Ampliamos mercados, tuvimos récord de unidades producidas y el ingreso en dólares oficiales es menos de la mitad de lo que corresponde por el retraso cambiario. La planta de Paraná está dedicada exclusivamente a productos oncológicos y el 95% está destinado a mercados externos. La fiesta de los planes y de los políticos la pagamos con el campo y los exportadores. La industria farmacéutica no estuvo exenta de problemas para importar los insumos y tuvimos complicaciones durante el año. Incluso Argentina hoy no ofrece oportunidades para desarrollar inversiones importantes. Necesitamos hacer una planta de llenado nuevo y no hay entidades bancarias que financien proyectos de 1,5 o 2 millones de dólares. Hoy estamos viendo alternativas para desarrollarla en el exterior. En definitiva, el año productivo ha sido bueno en un contexto pésimo. Más desafíos y agresiones de las que hemos recibido del gobierno saliente hacia el sector empresario, no tengo recuerdo.

Los cambios que se anuncian todavía no los conocemos. Lo poco que sabemos es de medidas que serán transitorias. Por ejemplo, la brecha entre el dólar importador y el exportador es una amenaza muy grande para empresas como la nuestra. No nos parece que sea una medida sustentable y habrá que ver cómo y cuándo se llega a la paridad. Los costos todavía están por verse. Las reformas laborales de las que se habla también están por verse. Y estos temas, en industrias que trabajamos todo en blanco, son fundamentales, principalmente cuando tenemos en el país una economía informal cercana al 50%.

Planificar el 2024 es muy complejo hoy. Los costos internos en dólares que existían, subían en dólares por el retraso cambiario. Entonces, un insumo que en todo el mundo cuesta 100 dólares, de repente en el país apareció en 180 dólares y vos lo tenías que pagar en pesos, porque el proveedor al precio del dólar oficial no lo vendía. Ahora, subió el dólar, pero ese insumo quedó en 180 dólares. Esto se debería ir acomodando, pero llevará tiempo y muchos problemas. Todos sentimos que hemos perdido; y es cierto, todos perdimos muchísimo. Todas las empresas argentinas han perdido. La frase de los políticos de que las empresas “se la llevan con palas” es para justificar lo que roban.  Entonces, como vos “te la llevas”, ellos pueden robar. La realidad es que las empresas argentinas han perdido una enorme cantidad de plata transfiriendo recursos a la política hace mucho tiempo.

La gran preocupación del 2024 son los seis primeros meses y la conflictividad social. Llevamos 70 años de algo parecido a una socialdemocracia con tendencia izquierdista. Cambiar esa “cultura” nos llevará mucho tiempo y habrá peleas. Hay gente que está acostumbrada a prebendas que las consideran “normales”. No es “normal” que una persona que no trabaja tenga un dispendio del Estado. No es “normal” que las pymes argentinas soporten el nivel impositivo que existe hoy en día, es una locura. Y se complica más cuando ves la situación laboral. Resultado: la mayoría de las pymes tiene que trabajar en negro, porque si no se funden –no es el caso de Eriochem-. Es una consecuencia de las malas políticas de Argentina desde hace 70 años.

Entre Ríos se tiene que replantear qué modelo quiere tener, para empezar. Acá se habla de todo, pero cuando buscas algún proyecto industrial serio para aplicar en la provincia es todo verso. No hay nada. La incidencia de la industria en el PBI provincial es ínfima. Entonces, definamos qué modelo queremos y después pasemos a las acciones. Entre Ríos tiene todo como lo tiene Santa Fe. Desde la inmigración, que es muy parecida, hasta ventajas productivas superiores en nuestro favor. Nosotros tenemos sectores como el avícola que Santa Fe no lo tiene. Hay un gran potencial para explotar. Pero no hay liderazgo político. Un líder se pone frente a la provincia y dice “vamos a rediseñar qué queremos para la provincia”. Hoy es una provincia completamente agropecuaria y de eso depende.

En Entre Ríos hemos tenido grandes desarrolladores de software y los echamos; se fueron a Uruguay. Porque somos tan vivos que queremos cobrar impuestos a la inteligencia. Y de esto, hay una gran cantidad de ejemplos. Con los laboratorios mismos… ¿Por qué nació Filaxis acá? Porque estaban dadas las condiciones. Pero nadie hizo nada para fomentar esa particularidad que se estaba gestando. Después, siguieron el ejemplo de Filaxis y nacieron otros laboratorios en Entre Ríos. Hoy serán 10, pero podríamos tener 100 laboratorios. ¿Qué pasa si en vez de perseguirlos y embarrar la cancha les preguntamos qué necesitan, o cómo podemos hacer para multiplicar lo que están haciendo?

Los gobernadores se han dedicado a ser simples delegados del gobierno nacional y acataron todo lo que se les pidió. Se olvidaron que esto es Entre Ríos.