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Clima y suelos

El Terruño Entrerriano en la reconstrucción de una tradición vitivinícola

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El terruño es un concepto fundamental en vitivinicultura y define según los expertos la identidad de los vinos que se producen en determinadas zonas o regiones. Combina factores naturales y humanos como son el clima, el suelo y las prácticas agrícolas.

Entender la interacción entre el suelo, el clima, la topografía y las prácticas agrícolas, que en conjunto determinan las características de cada producción, es clave para comprender la identidad de un vino. En Entre Ríos, el estudio del terruño cobra especial relevancia en el resurgimiento de la vitivinicultura, ya que permite aprovechar las particularidades del suelo y el clima para diferenciar la producción y potenciar su desarrollo. Hoy, con la recuperación del sector, surge una pregunta clave: ¿cómo influyen el suelo y el clima en el renacer de la vitivinicultura entrerriana?

El estudio “Caracterización de las Regiones Vitivinícolas de Argentina”, llevado a cabo con la participación de la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR) y el Consejo Federal de Inversiones (CFI), es el fruto de un análisis en profundidad las condiciones edáficas y climáticas de las principales zonas productoras de vino del país. En este marco, la provincia de Entre Ríos fue objeto de una investigación exhaustiva que permite comprender mejor su potencial para la vitivinicultura.

Este análisis incluyó relevamientos de suelo, estudios geológicos y climáticos, así como la recopilación de datos históricos de producción. A través de esta caracterización, se identificaron oportunidades y desafíos que pueden marcar el camino para el resurgimiento de la industria vitivinícola en la provincia.

El análisis bioclimático de Entre Ríos indica que las regiones cultivadas presentan un clima mayormente homogéneo. Los estudios muestran que la provincia se ubica en la categoría de “regiones muy cálidas” según los Índices de Winkler y Huglin, lo que significa que las temperaturas altas son predominantes en el ciclo de cultivo. Las noches también son cálidas durante la maduración de la uva, lo que impacta en la acidez y el perfil aromático de los vinos.

Los registros climáticos también reflejan eventos de temperaturas extremas, con días que superan los 35°C y heladas ocasionales. Esto presenta un desafío para los productores, quienes deben adaptar sus técnicas de riego y cobertura vegetal para mitigar los efectos del calor excesivo. Además, la cantidad de precipitaciones anuales varía entre 1.100 y 1.300 mm, generando la necesidad de un manejo eficiente del agua y estrategias para evitar enfermedades fúngicas en los cultivos.

Otro aspecto relevante es la humedad relativa, que suele ser alta en la provincia, favoreciendo el crecimiento de hongos como el mildiú y la botrytis, que pueden afectar gravemente la producción vitivinícola. Para enfrentar esta problemática, los productores han implementado podas estratégicas y sistemas de conducción que permiten una mejor circulación del aire entre las vides.

La provincia presenta siete grandes regiones geomorfológicas que condicionan la aptitud del suelo para el cultivo de la vid. Entre ellas, destacan los depósitos antiguos del río Paraná y las lomadas loéssicas del Crespo, que ofrecen suelos profundos y bien drenados, ideales para la viticultura. En contraste, la faja arenosa del río Uruguay presenta suelos con baja retención de agua, lo que puede limitar la productividad si no se implementa un manejo adecuado del riego.

El estudio de suelos identificó 25 perfiles distintos y se extrajeron 123 muestras para análisis. Los resultados indican que la mayoría de los suelos son de origen arcilloso, loéssico o fluvial, con una fertilidad moderada y un buen potencial para la implantación de viñedos. Se realizó además un análisis granulométrico, que permitió determinar la proporción de arena, limo y arcilla en cada zona vitivinícola.

La textura del suelo es clave en la producción de uvas de calidad. En los suelos arcillosos, la retención de agua es mayor, lo que puede beneficiar a las variedades de ciclo largo, mientras que en los suelos arenosos, el drenaje rápido obliga a una irrigación más frecuente para mantener un adecuado desarrollo de las plantas. Por otro lado, la presencia de materia orgánica en los suelos de Entre Ríos es variable, lo que puede incidir en la necesidad de fertilización para optimizar los rendimientos.

El relevamiento identificó cuatro zonas principales con viñedos en desarrollo:

  • Colonia Ensayo: Ubicada en el oeste de la provincia, presenta suelos franco-arcillosos y buen drenaje, con un clima que permite la producción de uvas tintas y blancas. Aquí, se han desarrollado viñedos que buscan diferenciarse a través de la calidad y la experimentación con variedades no tradicionales en la región.
  • Victoria: Sus viñedos conviven con humedales y tierras anegadizas, lo que obliga a una cuidadosa selección de variedades y técnicas de manejo del suelo. En esta zona, la combinación de suelos arenosos y arcillosos permite una gran versatilidad en la elección de cultivos, aunque los desafíos hídricos son constantes.
  • Colón-Concepción del Uruguay-Gualeguaychú: Esta región histórica de producción vitivinícola se vale de suelos profundos y ricos en minerales. La cercanía al río Uruguay otorga un microclima particular, que puede favorecer la producción de vinos con mayor frescura y acidez.
  • Concordia: Enclavada junto al río Uruguay, combina cultivos citrícolas con viñedos emergentes, apostando por variedades que se adapten a su topografía suavemente ondulada. La combinación de temperaturas cálidas y suelos bien drenados hace que la producción de vinos tintos de cuerpo medio sea una alternativa viable para los productores locales.

El estudio también destaca algunos de los principales desafíos que enfrenta la vitivinicultura en Entre Ríos. La alta humedad ambiental y la cantidad de precipitaciones pueden favorecer el desarrollo de enfermedades fúngicas, por lo que es fundamental adoptar estrategias de manejo integrado de plagas y enfermedades. A su vez, la presencia de suelos arcillosos en varias zonas puede afectar la aireación de las raíces y requerir un drenaje adecuado.

Por otro lado, se identifican oportunidades clave, como la posibilidad de diferenciar la producción entrerriana a través de denominaciones de origen y el desarrollo del enoturismo como estrategia para potenciar la identidad vitivinícola de la provincia. El interés creciente en los vinos de regiones no tradicionales abre una ventana de oportunidad para que Entre Ríos se posicione en el mercado con una oferta distintiva.

La caracterización de suelos y climas en Entre Ríos es una herramienta clave para el desarrollo vitivinícola. Comprender las particularidades de cada zona permite optimizar el manejo agronómico y mejorar la calidad del vino. Además, contribuye a la construcción de una identidad diferenciada en el mercado, posicionando a los vinos entrerrianos como una alternativa singular dentro del panorama vitivinícola nacional.

El resurgir de la vitivinicultura en Entre Ríos está en marcha. Con el conocimiento detallado de sus suelos y climas, la provincia tiene la posibilidad de recuperar su protagonismo histórico y consolidarse como una región vitivinícola de referencia en Argentina.

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