En realidad, fue un año bueno para nosotros. La expansión y el crecimiento de nuestra área de trabajo en ciudad y provincia de Buenos Aires nos incrementó fuertemente la actividad con desarrollos urbanísticos. En Paraná seguimos con algunas obras públicas como las 500 Viviendas, la peatonal de la ciudad e infraestructura, además de la nueva sede del IAPSER, casi todas en UTE con diferentes empresas. La realidad es que algunas de estas han sufrido la falta de fondos nacionales y la redeterminación de precios, y en el caso del IAPSER con faltante de algunos materiales para la continuidad de la obra en tiempo y forma. Eso impacta económicamente y baja el ritmo de la construcción.

No es solamente el pago cada vez más tardío de las redeterminaciones, sino el costo financiero que hoy roza el 13% mensual y no está previsto en las cotizaciones originales. El costo financiero no de los 2 meses que se tiene por contrato, sino por las demoras y reconocimiento del pago de las redeterminaciones.

Creo que las medidas que tomará el nuevo gobierno nos aclarará el escenario, ya sea para disminuir o mantener la actividad. Lo positivo es que lo sabremos. Hoy las incertidumbres que tenemos en todas las constructoras es demasiado grande. Lamentablemente, este cambio nos agarra muy involucrados en la obra pública y esperando saber qué ocurrirá con la inversión pública y si se van a respetar los contratos firmados y en ejecución.

En lo que viene, tenemos la obligación de migrar al escenario que se defina como país. Sería muy positivo que existan inversiones privadas para hacer obra pública, pero tenemos que tener en cuenta que eso nunca superó el 10% en los países desarrollados, del total de inversión de un país por año. Siempre la inversión pública del Estado es la verdaderamente importante. Después, si se logra estabilizar la macroeconomía, la posibilidad de que recuperemos el crédito hipotecario, con lo cual podríamos tener desarrollos orientados a la demanda del usuario y no al atesoramiento, que ya está cubierto.

Lamentablemente ya estamos acostumbrados a los vaivenes de la economía. Nunca ha sido sencillo y el 2024 no será la excepción. La gran preocupación es lo social. Básicamente hay que tomar medidas y cómo estas medidas afectarán a la sociedad. Mantener los puestos de trabajos debería ser una prioridad en todo sentido, como darle competitividad a la economía. Si bien hay que reducir gastos y sincerar la economía, pero sin llegar al extremo de que sean impagables esos sinceramientos. Argentina tendrá un excelente año desde la balanza comercial, con dólares que ingresarán del campo. En este caso, el shock no es mejor que el gradualismo. Prefiero los consensos y acuerdos con los partidos políticos y los actores de la economía real, más que un cambio de un día para el otro.

Entre Ríos debe mirar más al sector productivo y privado, darles las herramientas para que se desarrolle. Tiene una matriz diversificada con un potencial enorme, estratégicamente ubicada en el Mercosur, con puertos. Si se la piensa de esta manera, no tengo dudas que debería ser la provincia más pujante de Argentina.