Fue un año mixto; tuvimos un reconocimiento parcial del error de cálculo de la tarifa que nos hizo el ENARGAS en 2017. Por eso logramos un incremento diferenciado y en ese aspecto fue positivo. Todo lo que es trámite con el Estado se hace muy largo y dio frutos la perseverancia. En lo climático, el año cálido que pasó hizo que el consumo cayera un 30%. Ambos aspectos combinados dieron un resultado normal en los números.

Hubo avances de la empresa en lo tecnológico, que es lo que venimos buscando, para simplificar los trámites de los usuarios y, por otro lado, optimizar la información interna para mejorar la toma de decisiones. En esos aspectos fue un año muy positivo. Entonces, desde lo económico fue un año menos que regular, pero desde lo operativo nos ayuda a mejorar el control hacia el futuro.

Si hoy tuviéramos que ajustar la tarifa de distribución y transporte de gas a la actualidad, y con una inflación del 15% en noviembre, da un ajuste necesario del 280%. Esto sería para recuperar la inflación pasada. Hoy, fehacientemente no sabemos qué hará el nuevo gobierno. Se supone una quita de subsidios, es decir que el precio de gas que quedó fijado en U$S 3,60 el millón de BTU, pero con un dólar a marzo del año pasado –en pesos quedó muy atrasado- y la diferencia absorbiéndola el Gobierno Nacional, más los subsidios a la producción de gas. Entiendo que todo eso se pasará a tarifas para bajar el gasto público y no cubrirá subsidios para la energía. Es una medida que no será neutra para nosotros, porque generará morosidad en las facturas e incrementará el costo bancario para el cobro de las facturas. También entiendo que se dará un ajuste de las tarifas de distribución de todas las empresas de gas y eléctricas, lo que será un incremento significativo en porcentaje y se sentirá en los bolsillos.

El consumo de gas es inelástico y responde más a la temperatura. En 2017, cuando en el gobierno de Macri se ajustaron las tarifas, vimos una retracción en el consumo. Pero creemos que es más por racionalización que estrictamente por efecto precio en sí mismo. La gente sabiendo del aumento se empezó a cuidar. El problema es que cuando la tarifa está muy atrasada la gente no valora el recurso energético. No se apaga la luz, la estufa o los aires acondicionados.

Si la macro se ordena, y en esto la energía tiene un rol fundamental, el país tendrá la oportunidad de un desarrollo económico sostenible. Sin ordenar la macro, cada vez es más difícil trabajar. Nosotros estamos construyendo con otras empresas la obra del gasoducto que se conoce como “Cierre Norte”, que va desde Los Conquistadores a Chajarí, y la tuvimos que parar por falta de entrega de insumos importados. Queda muy poco, pero no tenemos medidores, válvulas de regulación de presión, sistemas de transmisión de datos… hasta caños de fabricación nacional que los proveedores no querían entregar por falta de precio. Con la macro ordenada, habrá otro nivel de inversión y hasta podrían aparecer nuevas soluciones financieras.

Entre Ríos es una provincia muy pujante que tiene muchos sectores que pueden traccionar y están muy afectados por la macro que maneja el gobierno nacional. Si el campo deja de tener restricciones en la comercialización y hay un tipo de cambio competitivo y real, Entre Ríos va a despegar. Y el gobierno provincial se debería enfocar en facilitar la inversión pública necesaria para la producción. Un Estado eficiente que asegure infraestructura para operar y sacar la producción de cada sector. Además, creo en la competencia fiscal entre Estados. Tiene que haber una atracción de inversiones para industrializar más los sectores primarios de la provincia. Pero para que haya competencia fiscal se necesita eficiencia en los Estados. A eso se debería apuntar.