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Dialogamos con Sergio Lifschitz, emprendedor entrerriano que desarrollo importantes empresas como ESCO, empresa lider en planes de capitalizacion y ahorro, y Agramin, tambo y genetica para le lechería
El motor del emprendedor
“Soy un emprendedor nato y un apasionado del trabajo”, dice Sergio con convicción, desde muy joven, con apenas 22 años, comenzó a recorrer el camino del emprendedurismo con entusiasmo, “Todo negocio lo empezás con pasión”, reflexiona, aunque reconoce que el tiempo y las circunstancias pueden cambiar la relación con esos proyectos.
Aprender haciendo
Nos cuenta que nunca hizo un estudio de mercado, que lo suyo fue siempre el olfato, la intuición. “Cuando estás en actividad, te ofrecen cosas, negocios y oportunidades”, explica. Muchas veces arrancó desde cero, y si las cosas no salían bien, no había drama: volver a empezar era parte del juego. Esa mentalidad lo llevó a formar parte de proyectos tan dispares como el primer cable de televisión de Paraná o incluso un cementerio privado, uno de los primeros tres del país.
Errores, aciertos y experiencia
Con los años aprendió a confiar en la gente que lo rodea, aunque admite que delegar no fue nunca su fuerte. “Mis errores sirven para capitalizar experiencia. Lo que pasó, pasó, y sirve para aprender”. Nunca se reprochó las malas decisiones, para él, todo tropiezo es parte del camino hacia algo mejor. Cree firmemente que la actitud positiva atrae cosas buenas, y que “si lo ves todo negro, te van a venir cosas negras”.
El optimismo como filosofía
A lo largo de toda la charla, se percibe su optimismo. “Soy optimista. Todos los cambios han sido para mejor”. Cree en el progreso colectivo, en que “cuanto a más gente le vaya bien, es mejor para todos”. Y ve en los desafíos oportunidades para crecer. Incluso cuando las condiciones no acompañan, confía en el trabajo y en la pasión como motores del cambio.
El vínculo con Paraná
“Amo Paraná y no lo cambiaría por nada”, afirma sin dudar. A pesar de haber tenido diferencias, como el caso de Amarras, deja claro que nunca fue algo personal. Prefiere no confrontar y evita explicar demasiado, aunque reconoce que a veces esa actitud puede jugar en contra. Su mundo es su entorno, pero también entiende que “tu entorno no es el mundo”.
Pasión, disfrute y conexión humana
Para él, trabajar no es un sacrificio, es un modo de vida. “El día que diga que no tenga ganas de trabajar… andá a mi velorio”, lanza entre risas. Encuentra alegría en saber que genera empleo, que hay gente que trabaja gracias a lo que hace. Y aunque habla de negocios, nunca deja de lado el valor de lo humano.